Refitolero

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miércoles, 24 de enero de 2018

El movimiento maker, una idea revolucionaria.


Los poderes económicos, las organizaciones políticas y la sociedad en general a través de la publicidad, los medios de comunicación y del sistema educativo nos convence en todo momento de que perdamos autonomía, que alguien nos hará lo que necesitamos, que si algo se rompe hay que tirarlo y no repararlo. De igual modo nos convencen de que tampoco hay que pensar mucho. Basta con poner las noticias de tu canal favorito de radio o  tv para que nos informen de lo que nos conviene y que los tertulianos nos den argumentos para justificar nuestros pensamientos. Y en el mundo laboral tampoco conviene pensar mucho. Para eso están los protocolos y los manuales de calidad con sus correspondientes registros.
“Todos somos makers al nacer.” En términos generales, un maker es alguien que extrae identidad y significado del acto de la creación. Y además es capaz de colaborar con otros. Los makers tienen acceso a materiales sofisticados y piezas de máquinas de todo el mundo. Foros, redes sociales, listas de correo electrónico y sitios de publicación de video les permiten formar comunidades y hacer preguntas, colaborar, compartir sus resultados para alcanzar nuevos niveles de desempeño. Y esto en el fondo es un nuevo planteamiento económico y social que pone en cuestión el sistema insostenible que existe ahora.
¿Qué supone el movimiento maker en la educación? Despertar la curiosidad, fomentar la creatividad, el ingenio, explorar y crear. Construir conocimiento, compartirlo, desarrollando de esta forma habilidades de pensamiento de orden superior en todo el alumnado, porque “todos somos hacedores, todos tenemos esa habilidad de hacer cosas”. 

Crear supone combinar elementos en un patrón nuevo, proponer soluciones alternativas. ¿Y qué es eso sino estimular las inteligencias, fomentar el pensamiento crítico y preparar al alumnado para un futuro incierto y cambiante? No olvidemos que uno de los fines de la educación es “la preparación para el ejercicio de la ciudadanía y para la participación activa en la vida económica, social y cultural, con actitud crítica y responsable y con capacidad de adaptación a las situaciones cambiantes de la sociedad del conocimiento”
Todas estas competencia mencionadas anteriormente son imprescindibles para que cualquier persona pueda desenvolverse con éxito en la sociedad actual.

Los roles del profesorado y de los alumnos cambian. El profesor pasa a ser un entrenador, asesor, dinamizador de la actividad y cede su protagonismo al alumno. Su éxito es que el alumno sea cada vez más autónomo y que trabaje y comparta con otros. Su éxito es formar parte del equipo pero interviniendo lo menos posible, cuando es imprescindible y cuando se requiere su ayuda. El alumno adquiere protagonismo. Ya no busca constantemente la aprobación del profesor. Toma decisiones y corrige si es necesario. Es lo que al fin y al cabo tendrá que hacer en su vida profesional y personal.

Actualmente en algunos centros hacen uso de metodologías activas que desarrollan habilidades de pensamiento de orden superior que requieren planificar, producir, comprobar, aprender de los errores…, no quedando sólo en la memorización de contenidos. Fundamentalmente el  Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP).






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