Refitolero

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miércoles, 2 de mayo de 2018

Con la evaluación hemos topado.



Esta viñeta intenta reflejar un poco mi experiencia personal de hace unos años cuando comprobé lo que les ocurre a muchos docentes. Vuelves de las vacaciones y al curso siguiente haces referencia a los alumnos de algo del curso pasado y te dicen: "eso no lo hemos dado" ¿Seguro? Seguro. Pero a veces sucedía que "eso" lo "habían dado" conmigo el curso anterior. Te daba la sensación del cuento de la piedra de Sísifo, estar siempre empezando de cero.
Te planteas que lo aprendido lo han desprendido con mucha facilidad y cual puede ser la causa ya que tienes muchos documentos que "demuestran" que todo eso lo sabían. Y sacas la conclusión de que lo que ocurre es que el objetivo que tienen los alumnos no es aprender sino aprobar los exámenes que tu les pones. Y que una vez cumplido el objetivo, pues ya está. El hecho de que apruebes un examen de cómo se hace una tortilla de patatas no garantiza que luego la hagas y que se pueda comer. Muchos tenemos la experiencia de que tras haber aprobado el examen de conducir hemos tenido que adquirir la competencia más tarde con la práctica.
Creo que toda organización tiene que tener muy claro que es lo que "fabrica". Las hay que fabrican pan, otros coches, otros salud (entro enfermo y salgo curado) otros entretenimiento... Pero ¿qué "fabrica" la institución escolar? Pues si el curso comienza en septiembre y termina en junio, tiene que haber una diferencia entre el estado del alumno en septiembre y el estado de junio, es decir un valor añadido que al comienzo no tenía. Y ese valor es el conjunto de aprendizajes que ha adquirido, no el conjunto de exámenes que ha aprobado. Y esos aprendizajes serán más valiosos cuanto más útiles sean para su futuro académico y profesional y para su futuro como persona y ciudadano.
Por lo tanto evaluar es dar valor a las cosas. Y qué se evalúa y cómo se evalúa tiene que ver con lo que se le da valor y lo que no se le da valor. Los alumnos en secundaria esto lo tienen muy claro. Si tu planteas una actividad "muy importante" y le das un valor de medio punto los alumnos pensarán que eso vale poco y centrarán su tiempo y sus esfuerzos en los exámenes que valen el 80%. Es importante comunicar con precisión al alumno el valor que el profesor da a lo que se hace en el aula.
También como profesor te centrarás en aquello a lo  que das valor. Si explicas mucho tiempo un determinado tema es porque para tí eso es lo importante. El profesor tiene que tener claro qué quiere que ocurra en su clase. Si quiere de los alumnos se comuniquen o no, si quiere que trabajen en equipo o no, que colaboren o no, que memoricen o no, que escriban sin faltas de ortografía o no, que tomen apuntes o no, que se traten con respeto o no y así sucesivamente. Y cuánto tiempo y cuanta "nota" va a valer cada cosa que quieres que ocurra porque si no sólo lo harán algunos, si quieren, no todos.
Una vez decidido todo eso hay que decírselo a los alumnos antes, para que sepan a qué atenerse. Es lo honrado. Los chicos quieren sacar la mejor nota posible y tienen que saber qué tienen que hacer para poder lograrlo. El profesor tiene  que determinar cómo nos vamos a dar cuenta de que lo que queremos que ocurra, ocurre, es decir, la descripción correcta del desempeño. Esto está bien hecho si se observa que ocurre esto o aquello. Se pueden establecer niveles de desempeño unos excelentes, otros pasables y otros inadmisibles. La evaluación de estos niveles debe ser justa y equitativa y basarse en las evidencias, en lo que ocurre en el aula ya que eso lo ve el profesor pero también los alumnos. En el aula se ve quien trabaja y cómo trabaja.
Además tenemos que dar la opción de mejorar esos desempeños. El alumno tiene que saber el valor que damos a su trabajo pero también qué tenía que haber hecho para mejorarlo y también darle la opción de que lo haga. Dar la oportunidad de que incremente el valor añadido.

En mi práctica docente he aprendido que para ver lo que ocurre tienes que desarrollar la capacidad de observación. Y todo eso reflejarlo en una buena tabla de observación. Este es el punto clave. Los alumnos tienen que percibir que estás atento a lo que sucede y que sabes lo que hacen en clase.
Lo primero que hago es dar a conocer lo que espero de los alumnos, cuáles son los objetivos del curso, del trimestre, del tema y de cada sesión. Al principio de cada sesión se comunica lo que tiene  que haber ocurrido al final. El alumno evalúa su desempeño a través del diario de aprendizaje en el que refleja la actividad del día anterior (la propia, la del equipo, la del grupo y la del profesor) y cuál ha sido su aprendizaje ese día.
Antes de empezar un tema evalúo los conocimientos previos de este tema mediante una lista de conceptos. Los alumnos clasifican los conceptos mediante la técnica del semáforo: rojo para lo desconocido, amarillo para lo que se conoce pero no se sabe en profundidad y verde para lo conocido. Con ello determino con precisión el punto de partida y los alumno reconocen el valor añadido que tienen que adquirir.
Corrijo todas las tareas y  actividades que se hacen en clase: ejercicios, rutinas, mapas visuales... Sólo mando lo que soy capaz de corregir. Cada actividad corregida se devuelve a los alumnos y se explica para todos las respuestas correctas para que aprecien la diferencia entre su nivel de desempeño y el desempeño excelente. Se apuntan en un color de tinta distinto aquello que completa su propia respuesta. Y se les plantea una actividad parecida para mejorar su nota si desean mejorarla. No utilizo test autoevaluativos ni ejercicios autocorregibles. Generan una calificación que ni el alumno ni el profesor saben de dónde ha salido. No dejan ver cual es el proceso mental que ha seguido el alumno. Eso sí, para el profesor son muy cómodos.
Para los contenidos utilizo juegos o herramientas de gamificación tipo kahoot y otras parecidas. Dan muy buen resultado y el alumno recibe un feed-back inmediato. Los alumnos relacionan unos contenidos con otros mediante la realización individual de mapas visuales donde demuestran su capacidad de análisis y síntesis.
Se plantea un proyecto en cada uno de los temas. Los niveles de desempeño están reflejados en la rúbrica de evaluación. Normalmente hay apartados con respecto a el contenido curricular, las características de calidad del producto que realizan, la exposición del mismo y el trabajo cooperativo. Esa rúbrica sirve para realizar actividades de coevaluación mediante dianas. Unos equipos evalúan a otros basándose en las evidencias y el profesor evalúa si los evaluadores lo han hecho así y han sido justos y honrados en sus apreciaciones. Cada equipo a través del foro (una herramienta de la plataforma que usamos en mi centro) refleja diariamente su actividad en el proyecto, la planificación y temporalización de las tareas en el tiempo disponible, las responsabilidades y tareas que asume cada miembro del grupo, los cambios que se introducen en la planificación y las razones que los motivan y la valoración que dan a su propio desempeño.
Cada alumno realiza un porfolio trimestral basándose en sus diarios de aprendizaje y el las evidencias que ha ido recogiendo. Hace una valoración sobre lo que ha hecho y sobre cómo lo podría haber hecho con el fin de que valore cambios de estrategias que le puedan ayudar a mejorar. Siguen una guía que da el profesor en la que se le plantean muchos aspectos que tienen que tener en cuenta.

Estas estrategias de evaluación me permiten dar valor a aspectos que no podría valorar en un examen: la ayuda a los demás, el cumplimiento del compromiso, el respeto a los compañeros, el afán de superación, la comunicación oral y corporal, la flexibilidad en las estrategias, el gusto por el trabajo bien hecho, la capacidad de cooperar y dirigir, la capacidad de planificación, la capacidad de síntesis, la creatividad... Creo que es una evaluación mucho más completa que la que realizaba antes (de hecho ya no utilizo el examen como instrumento de evaluación) y que les sirve para aprender pero sobre todo para no desprender. Ahora cuando hago referencia a algo que hemos dado, me dicen que, efectivamente, lo hemos dado.

Esta descripción proviene de una reflexión basada en la práctica personal de muchos años en el aula. Por suerte o por desgracia en mi centro cada profesor sigue las estrategias y los instrumentos de evaluación que considera convenientes y hay mucha variedad. Eso algunos piensan que es bueno y otros pensamos que no tanto. Pero en la secundaria los cambios son difíciles y a veces imposibles. En resumen, estoy satisfecho con los cambios realizados en mi modo de evaluar pero... ¡seguimos investigando!






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