Los poderes económicos, las organizaciones políticas y la sociedad en
general a través de la publicidad, los medios de comunicación y del sistema
educativo nos convence en todo momento de que perdamos autonomía, que alguien
nos hará lo que necesitamos, que si algo se rompe hay que tirarlo y no
repararlo. De igual modo nos convencen de que tampoco hay que pensar mucho.
Basta con poner las noticias de tu canal favorito de radio o tv para que nos informen de lo que nos
conviene y que los tertulianos nos den argumentos para justificar nuestros
pensamientos. Y en el mundo laboral tampoco conviene pensar mucho. Para eso
están los protocolos y los manuales de calidad con sus correspondientes registros.
“Todos somos makers al nacer.” En
términos generales, un maker es alguien que extrae identidad y
significado del acto de la creación. Y además es capaz de colaborar con otros.
Los makers tienen acceso a materiales sofisticados y piezas de máquinas de todo
el mundo. Foros, redes sociales, listas de correo electrónico y sitios de
publicación de video les permiten formar comunidades y hacer preguntas,
colaborar, compartir sus resultados para alcanzar nuevos niveles de desempeño.
Y esto en el fondo es un nuevo planteamiento económico y social que pone en
cuestión el sistema insostenible que existe ahora.
¿Qué
supone el movimiento maker en la educación? Despertar la
curiosidad, fomentar la creatividad, el ingenio, explorar y crear. Construir
conocimiento, compartirlo, desarrollando de esta forma habilidades de
pensamiento de orden superior en todo el alumnado,
porque “todos somos hacedores, todos
tenemos esa habilidad de hacer cosas”.
Crear supone combinar elementos en un patrón nuevo,
proponer soluciones alternativas. ¿Y qué es eso sino estimular las
inteligencias, fomentar el pensamiento crítico y preparar al alumnado para un
futuro incierto y cambiante? No olvidemos que uno de los fines de la educación
es “la preparación para el
ejercicio de la ciudadanía y para la participación activa en la vida
económica, social y cultural, con actitud crítica y responsable y con
capacidad de adaptación a las situaciones cambiantes de la sociedad del
conocimiento”
Todas
estas competencia mencionadas anteriormente son imprescindibles para que
cualquier persona pueda desenvolverse con éxito en la sociedad actual.
Los
roles del profesorado y de los alumnos cambian. El profesor pasa a ser un
entrenador, asesor, dinamizador de la actividad y cede su protagonismo al
alumno. Su éxito es que el alumno sea cada vez más autónomo y que trabaje y
comparta con otros. Su éxito es formar parte del equipo pero interviniendo lo
menos posible, cuando es imprescindible y cuando se requiere su ayuda. El
alumno adquiere protagonismo. Ya no busca constantemente la aprobación del
profesor. Toma decisiones y corrige si es necesario. Es lo que al fin y al cabo
tendrá que hacer en su vida profesional y personal.
Actualmente
en algunos centros hacen uso de metodologías activas que
desarrollan habilidades de pensamiento de orden superior que requieren
planificar, producir, comprobar, aprender de los errores…, no quedando sólo en
la memorización de contenidos. Fundamentalmente el Aprendizaje Basado en
Proyectos (ABP).
No hay comentarios:
Publicar un comentario